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¿Por qué este vestido de Kim Kardashian se agota en todos sitios?

Por DModa - 27 de enero de 2023 - moda

#moda#vestidos#kim kardashian

Pertenece a Skims, la firma de shapewear de Kim Kardashian, y tiene tanto éxito que no solo cuelga el cartel de 'sold out' en todas las webs que venden la marca, sino que ya hay imitaciones en plataformas como Amazon

Si escribes en el buscador "vestido Kim Kardashian", van a pasar tres cosas. La primera, que vas a ver más de siete millones de resultados porque sí, esta señora ha sentado cátedra en materia estética y empresarial. Lo segundo, que siguen saliendo noticias de la polémica sobre el vestido de Marilyn Monroe que llevó en la pasada Gala Met. Y tercero, que hay una serie de compras recomedadas que dejan ver un vestido muy, muy concreto: es negro, de tirantes finos, largo y promete moldear la silueta de manera instantánea. Más que vestido milagro, lo han llamado 'Fits everybody dress' y se ha convertido en un fenómeno (más o menos) inesperado tanto en las webs multimarca como en la omnipresente y omnipotente TikTok. En serio.

Ahí va el retrato robot: pertenece a la marca de shapewear Skims, que puso en marcha la hermana más famosa del klan al no encontrar ropa interior y moldeadora que le sirviese a la hora de llevar los looks que le han dado (entre otras cosas) reconocimiento mundial. Y ya se sabe lo que pasa con un imperio: que hay que expandirse. Así que además de las archiconocidas fajas asimétricas y de esas prendas prácticas (y en este caso, estéticas), Skims se ha dedicado a ampliar su catálogo con homewear y vestidos como el que hasta aquí te ha traído. Lo curioso es que si quieres hacerte con uno, tienes que ponerte alarmas y estar atenta: cada vez que lo reponen, se agota. Y no solo en Skims, sino también en plataformas como Net-A-Porter

El hype lo fomenta no solo la descripción que la marca ofrece (un vestido "ultrafavorecedor" que "abraza tu silueta"), sino las reseñas positivas que crean de manera orgánica usuarias de sitios como TikTok. La tónica general es la siguiente: esperaban "odiar" algunas partes del producto, por eso de la desconfianza que arrastran los productos hechos por celebridades, y terminan rendidas ante lo bien que, en teoría, sienta el vestido a todo el mundo. No solo por la comodidad o lo suave que sea (para eso, está el Soft Lounge) sino porque recoge el cuerpo, haciendo honor a la esencia shapewear de la firma. La panacea. ¿O no?

La fiebre por este vestido viral de Kim Kardashian vuelve a poner sobre la mesa el planteamiento de los requerimientos impuestos a la figura femenina. ¿De verdad es necesario un vestido moldeador? ¿Por qué el shapewear hace sentir más seguras en medio de una narrativa teóricamente body positive? El debate está servido. Las respuestas, quedan dentro de quien lea (no, no es fácil abrazar la diversidad y lo menos normativo inmersos en un sistema antiguo; cambiante, pero antiguo todavía). 

Kim no se ha inventado nada nuevo (al menos, no esto): el vestido de marras parece un heredero directo de otro que también ha tenido buenos momentos, el Fatal Dress, de la firma Woldfrod, también especializada en lencería. Nació en 1998 y es un vestido tubo sin costuras que, frente al de Kim, tiene su fuerte no en el efecto moldeador, sino en su versatilidad: a no tener costuras, puede doblarse y transformarse al antojo de quien lo lleve, pudiendo tener desde un vestido largo hasta un top (si se tiene un poco de maña). Sin embargo, en 2023, lo que ha ganado es, curiosamente, el shapewear.

Tanto ha gustado el vestido en redes que, como es habitual en la era de la inmediatez y el ultrafast fashion, ya han aparecido imitaciones tanto en Amazon como en Shein, donde los precios son (no hay sorpresa), infinitamente más bajos: de los 88 euros del original se puede bajar hasta los 12 o incluso 9 euros de los que siguen su estela. La composición, como te puedes imaginar, también cambia. Pero, por supuesto, vas a encontrarte vídeos que elogian a los segundos, que según las entusiasmadas usuarias, son capaces de cumplir la misma función. 

No parece que el fenómeno del vestido de Kim Kardashian vaya a desaparecer: ella va a seguir alimentándolo, al igual que el mito de convertir en algo natural y estético lo que antes era motivo de vergüenza, a saber, llevar faja. Que sea un imbatible vestido negro (que además, ha llenado las pasarelas en las últimas temporadas), es otra historia.