Productividad sostenible o cómo marcarte objetivos y tener motivación de manera consistente y saludable
Por María José Pérez - 13 de febrero de 2024 - lifestyle
Marcarse objetivos y ser organizada no tiene por qué ser algo obsesivo: hay modos de convertirlo en herramientas que acompañen tu vida y tu (buena) salud mental.
Productividad sostenible debería ser un término que acompañase todos los contenidos de organización, motivación, disciplina y marcar objetivos. Porque hay que reconocerlo: salir del bucle de la producción obsesiva y del hacer por hacer, del tachar cosas de la lista de tareas, es complicado, especialmente cuando parece que estar constantemente ocupados está socialmente aceptado. Por suerte, en los últimos años, las redes sociales han ido dándole voz a discursos que abogan por enfocar esas estrategias cuasi empresariales de un modo más amable, más humano. Más flexible. Más alineado con la compasión y con la buena salud mental, vaya.
Porque reconócelo: tu product manager interior, es decir, esa figura que observa todo desde las alturas para intentar organizar todo al máximo, tiene puntos álgidos, momentos gloriosos en los que toma el control, planifica y crea una hoja de ruta que tiene todo el sentido del mundo. En ese momento. Pero como dice Steve Peters en La paradoja del chimpancé, lo que en las circunstancias adecuadas parece sencillo, luego puede convertirse en algo complicado de conseguir cuando el contexto cambia o, sencillamente, esa motivación inicial desaparece. El ejemplo de salir a correr que está en esas páginas es muy ilustrativo: "Emma decide que quiere ponerse en forma y unirse a un grupo que corre. Cuando lo decide, está sentada en su casa, calentita [...] Sin embargo, en invierno el Chimpancé ya ha cambiado de opinión [...] Emma ha cometido un gran error, que ha sido planear que en invierno dominará al Chimpancé sólo a base de fuerza de voluntad [...] Si quisiera planificar a fondo, Emma tendría que preguntarse qué sentiría el Chimpancé cuando llegase el invierno".
Es entonces cuando tiene que entrar en acción la disciplina, pero no como un Pepito Grillo insidioso, sino como un GPS que nos siga indicando la dirección que hemos elegido (y aquí está la clave, hemos elegido) incluso los días en los que nos perdemos por el camino o queremos hacer una pausa para descansar en el trayecto: estos cachivaches son capaces de reajustar los trayectos y las estimaciones de tiempo cuando nos desvíamos.
Hoy en día, tienes a tu disposición a múltiples perfiles que están centrando sus palabras, acciones y negocios en dar a conocer este tipo de productividad sostenible, como Lucía Jiménez, pero antes de profundizar en conceptos más avanzados, puedes empezar a aplicar estos consejos sencillos y prácticos que aseguran que tanto tus objetivos como tu motivación se mantengan estables y saludables al salir de la montaña rusa propia de los mencionados picos de motivación y, por supuesto, del autosabotaje derivado de la falta de autocompasión.
- Planea de manera realista, conociéndote. De nada sirve que intentes ponerte a correr una maratón en un mes si nunca has hecho ejercicio antes. De nada sirve que intentes llenar tu mañana con diez tareas diferentes si sabes que una de ellas te va a llevar dos horas. Pero esto requiere de honestidad, de mucha sinceridad. Así que piensa en tus objetivos anuales, trimestrales o mensuales sin montarte castillos en el aire: esta dosis de realidad puede ser más motivadora que cualquier sueño descabellado. El delulu es un término divertido para algunas tendencias de Internet, pero no tanto para tu día a día.
- Establece tus prioridades (pero de verdad). Es complicado, eso es innegable. Pero también es necesario para poder realizar una planificación estable, sostenible y saludable. Así que empieza haciendo una lista de las obligaciones de tu rutina: ¿tienes que ir a la oficina?, ¿recoger a los niños del colegio?, ¿limpiar, cocinar? Vamos, lo que tienes que hacer sí o sí. Eso va a darte un marco temporal con el que trabajar, ya que vas a ver cuánto tiempo disponible te queda para tus innegociables personales, tu ocio y otras cuestiones que vayan apareciendo por el camino.
- Reflexiona sobre por qué haces las cosas. Conoces esa etapa infantil en la que los niños no dejan de preguntar "¿por qué?" hasta que los adultos se quedan sin respuesta, ¿verdad? Esto es igual. Una vez tienes un objetivo fijado, pregúntate por qué quieres conseguirlo. Una vez tengas la respuesta, vuelve a plantearte por qué, y ve reduciendo tu idea hasta su esencia más pura. No es un ejercicio inútil: va a ayudarte a fortalecer tu disciplina los días en los que no te sientas especialmente fuerte.
- Desglosa los grandes objetivos en tareas más pequeñas que puedas ir realizando poco a poco. Este es un clásico, pero es uno muy efectivo: tienes que ir averiguando cuáles son los pasos que tienes que dar para llegar a la dirección final, porque eso va a hacer que los objetivos sean más digeribles y que, además, puedas disfrutar del camino al ir logrando pequeñas metas.
- Piensa en el global del año o del trimestre a la hora de ordenar tus objetivos. Si te gusta marcarte objetivos anuales, esto te puede resultar de utilidad: a pesar de que el ímpetu inicial del año te invite a ponerte a hacer todo a la de ya, selecciona en qué trimestre vas a implementar cada uno de ellos; o incluso si hay alguno que te vaya a requerir todo el año, porque así puedes ir repartiendo esas tareas a lo largo de los meses.
- Planifica, pero deja espacio a la flexibilidad. Tanto a nivel anual como a nivel semanal y diario. Como dice Noe Gil: la vida manda, pero tú controlas. Es imprescindible que estés abierta a los cambios que puedan venir para que esa parte salvaje de tu cabeza no salte a la mínima de cambio porque te has saltado el calendario o no has acabado la lista de tareas que te habías autoimpuesto para el día.
- Usa herramientas que te ayuden a mantener la motivación activa y a hacer un pequeño seguimiento. Existen miles de opciones de trackers de hábitos, desde Notion hasta la aplicación de Listas de tu móvil, pasando por otras apps más específicas en las que puedes establecer tus parámetros. Si se usan con cuidado, estos mecanismos pueden ayudarte a celebrarte.
- Póntelo fácil. Las herramientas del punto anterior son un buen ejemplo de ello: utiliza toda la ayuda que consideres necesaria para mantener tu estabilidad y no perder el foco (o para no torturarte si lo haces). Si eso significa configurar el móvil para que no entren notificaciones durante tu jornada laboral, hazlo. Si eso significa poner el teléfono lejos de tu cama para obligarte a salir de ella cuando suene el despertador, hazlo. Si eso implica que te va bien estrenar agenda o página de Notion, o cambiarle los colores a Google Calendar, para experimentar novedad y que así te apetezca mantener tu organización, hazlo.
- Celebra tus logros diarios o semanales. En serio. Celébrate. Que hayas cumplido con esos tres días de ejercicio a la semana es motivo de celebración, y más en medio de tu rutina. Que hayas soltado el móvil por la noche en vez de estar haciendo scroll infinito es motivo de celebración. Que hayas rascado 45 minutos de tu día para cuidarte a ti misma, también.
- No te castigues. Es el complemento a lo anterior: tienes que ser una buena compañera de equipo para ti misma. Y si te cuesta tratarte con cariño, piensa en qué le dirías a esa persona que quieres.