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¿Moda para todas? La Semana de la Moda de Milán intenta contentar a sus (posibles) clientas

Por María José Pérez - 25 de septiembre de 2023 - moda

#moda#tendencias#milán#primavera-verano 2024#semana de la moda

Prada y Bottega Veneta son las pocas marcas que consiguen emocionar y realizar una propuesta diferente y cargada de referencias, mientras que la mayoría intenta afianzar a su (en teoría) clientela sin dejar de fijarse en nuevos mercados. Pero ¿se nos ha olvidado que quien mucho abarca, poco aprieta?

Desde hace varias temporadas, hay una pregunta que sobrevuela la industria de la moda: ¿tenemos buenos directores creativos o buenos estilistas? Y después de ver esta Semana de la Moda de Milán que ha presentado parte de las tendencias de primavera-verano 2024, es inevitable volver a hacérsela. ¿El principal causante? Sabato de Sarno y su debut en Gucci.

El desfile del italiano era uno de los más esperados de la temporada: la salida de Alessandro Michele causó un enorme revuelo entre los profesionales a pesar de que se sabía que su estética ya había llegado a una suerte de tope que impedía que el crecimiento de la compañía siguiese el ritmo que Kering deseaba (sobre todo, comparado con el de otras compañeras de clase). Y teniendo en cuenta las tendencias generales que el público alababa en redes sociales y lo que más salía en tiendas (de todo tipo), la apuesta por la vuelta a la sexualidad glamourizada de Tom Ford parecía bastante clara. El texano se dedicó desde finales de los 90 hasta que se marchó de Gucci a explorar sus filias y fobias a través de provocación, tejidos satinados, escotes de vértigo, tiros bajos y campañas publicitarias que hoy se cancelarían. Pero como el tiempo suaviza hasta lo impensable y la rueda de las tendencias ha hecho que los 2000 se estilicen una vez más, los guiños a las creaciones del estadounidense ni siquiera cotizaban: se venían venir desde lejos. Lo que quizás no se esperaba era el matiz que de Sarno les ha dado

No hay que ser una analista experta en moda para observar la simplificación de ciertas prendas y estilismos, no tanto por una vocación minimalista y reduccionista, sino por una mera cuestión comercial. Las comparaciones con marcas de moda rápida no se han hecho esperar entre los usuarios, que han visto en las salidas de Gucci similitudes con los lookbooks de firmas como, hablemos del elefante rosa en la habitación, Zara. ¿Que es porque el gigante de Inditex cada vez está más cerca de la sofisticación y tiene a Steven Meisel en cartera? Puede ser. La cuestión es que, simplemente, es.

En el desfile ha habido looks para todos los gustos: hemos tenido minivestidos rectos combinados con zapatillas deportivas, microshorts de tiro bajo con chaquetas a juego, tops de pedrería unidos a vaqueros un poco más anchos; zapatos de plataforma XL, bolsos de casi todos los colores habidos y por haber, prendas con el monograma a modo de estampado, sastrería y abrigos sobrios, cuero brillante... Una colección de prendas que parecen apelar tanto a la clientela tradicional de Gucci como a ese nicho nuevo que, en teoría, responde a parte de la generación millennial y buena parte de la generación Z. En teoría. Porque la verdadera pregunta es ¿sigue siendo Gucci esa marca que los más jóvenes desean, esa en la que harían su primera inversión de lujo? ¿Qué la distingue ahora mismo de otras tantas que ya tienen su hueco en el mercado?

Esa misma pregunta habría que hacerla al respecto del debut de Peter Hawkings en Tom Ford, sobre todo teniendo en cuenta que se ha dedicado a rescatar look por look los estilismos del texano que ahora mismo Internet se dedica a vanagloriar. Vamos, que como de Sarno, le ha dado al público justo lo que estaba pidiendo.

Al parecer, esa demanda versa sobre la realidad. En cursiva, porque dependiendo de dónde mires, las realidades cambian. No en todas las calles se viste igual, aunque en ellas, al parecer, se ha fijado Kim Jones, el director creativo de Fendi, para imaginar su propuesta para el próximo verano. Contó que se ha inspirado en las mujeres con estilo que ve pasear por Roma por las mañanas, y aunque hay trajes sastre y vestidos que son perfectamente contextualizables en el día a día, lo cierto es que aquí la estilización vuelve a estar más que presente... solo que en su justa medida. Es casi lo que podrías tener en tu armario y usar en tu día a día, solo que con un plus, con un halo de diseño especial. Como si el realismo entrase en la atracción de los espejos y cambiase ligeramente su forma sin perder su esencia.

Más de lo mismo ha sucedido en Max Mara, pero es una de esas marcas en las que se podía esperar ese llamado lujo silencioso, ya que llevan décadas practicándolo. En vez del camel han elegido azules eléctricos, rosas intensos, verdes y amarillos, pero la cuestión es que sigue habiendo una gran cantidad de camisas de cuellos XL, pantalones de todo tipo, monos y chaquetas que lo mismo podrían estar en 1970 que en 2050. Mezcla de dos demandas: la de la accesibilidad visual y la de darle al público lo que quiere.

La firma que también ha hecho eso, solo que de un modo un poco menos evidente, ha sido Prada. Miuccia y Raf Simons han vuelto a poner en primer plano, banda sonora de Hitchcock mediante, a esa burguesa desquiciada que tan bien le ha funcionado durante décadas a la casa; una oscura y cargada de referencias que van de los años 20 y las flappers hasta la revisión de la sastrería femenina, sin olvidar los contrastes de texturas, longitudes y hasta clichés visuales, como el de la pedrería para salir de fiesta, las esclavinas para las intelectuales con vista en el pasado y el de los hombros prominentes para inspirar poder. El público de Prada espera complejidad, y eso es justo lo que han aportado. Un buen puñado de tendencias que casi seguro veremos plagiadas, también.

En ese sentido, Bottega Venta también ha colmado las expectativas de su público. ¿Que quieren trampantojos? Trampantojos que hay en el uso de la piel. ¿Que quieren formas complejas para replantear lo que es el ready-to-wear? Pues ahí van las capas cortas, los volantes y los volúmenes. La excusa para esta mezcla de texturas y una nueva reivindicación de las técnicas artesanales es la de un viaje alrededor del mundo y la inspiración tomada de distintos puntos para crear una "nueva cultura". Globalización en su estado más estético. 

Entre estas firmas, otras tantas han ido presentando propuestas variadas, muy variadas, pero que tienen un punto en común: la mezcla de la recuperación de archivos pre-Internet (o al menos, previos a que la conexión fuesen parte de nuestro ocio) con las demandas de tendencia que se están quemando ahora mismo en las redes sociales. Unas que ya están fuera y que, al menos sobre el papel, garantizarían cierto número de ventas, tanto por parte de los clientes de toda la vida como por parte de los que pueden llegar a serlo. Y ya se sabe: esto es un negocio. Uno que no solo tiene que sobrevivir, sino que también seguir batiendo récords de beneficio para que los conglomerados estén tranquilos y, con suerte, permitan a los creativos hacer honor a sus nombres.