‘Women dressing Women’: qué significa (para la moda) la nueva exposición del Museo Metropolitano
Por María José Pérez - 21 de agosto de 2023 - moda
El Met acoge en su colección permanente las creaciones de moda de más de 70 mujeres que, en los próximos meses, reunirá y publicitará para ponerlas en valor.
Todavía estamos en verano y el Museo Metropolitano de Nueva York, aka, el archiconocido Met ya ha anunciado la que será la cita del invierno para los que sienten afinidad por esto de la moda: Women dressing Women. La exposición podrá visitarse del 7 de diciembre de 2023 al 3 de marzo de 2024, pero tengas la suerte de verla en directo o no, lo relevante es lo que esto significa para la industria: el reconocimiento de las mujeres que la han hecho y la hacen posible. Algo que, por cierto, ya hizo la periodista Leticia García en su Batallón de Modistillas, un ensayo que profundiza en la intersección entre moda, género y clase para rescatar las historias olvidadas (o poco recordadas) de las mujeres que han transformado la industria del estilo desde hace más de un siglo.
Es probable que saques a relucir nombres históricos como el de Gabrielle Chanel o Elsa Schiapareli, que, con suerte, puedas mencionarme a Jeanne Lanvin, Madeleine Vionnet y Madame Grés y que avanzando en el tiempo, salgan de tus labios las letras que conforman “Vivienne Westwood” o “Miuccia Prada”. Pero también es probable que te resulte mucho más fácil mencionar diseñadores masculinos cuando te preguntan por tus favoritos o por los que, directamente, consideras que han cincelado la Historia de la Moda.
Las mencionadas Lanvin, Schiaparelli o Vionnet estarán representadas en la muestra (que pretende hacer un recorrido desde 1910 hasta 2022), al igual que creadoras americanas como Ann Lowe y Claire McCardell; al igual que Isabel Toledo, Iris van Herpen, Rei Kawakubo, Anifa Mvuemba o Simone Rocha. Nombres femeninos que han vestido a mujeres de mil y una maneras diferentes y que han terminado dando el salto a lo mainstream gracias a sobreesfuerzos publicitarios. Y no porque falte el talento, sino porque ellos tienen más peso. Sí, aquí también.
El 8 de marzo, la diseñadora Alexandra Sipa publicaba en Instagram un post que reflejaba la realidad de la industria de la moda de lujo en los grandes conglomerados que manejan ahora mismo el negocio, es decir, LVMH, Kering, OTB, Richemont, Puig… Y de 37 puestos de dirección creativa en casas de moda, solamente 5 estaban ocupados por mujeres (blancas, por supuesto). Un 13%. Y los números no cambian, aunque lo hayan ido haciendo lentamente a través de los años.
No es nada nuevo, por supuesto. En 2015, Allyson Stokes, profesora asistente de sociología en la Universidad Memorial de Terranova y Labrador y especializada en sociologías del trabajo, la cultura, la desigualdad y la educación, publicó un artículo llamado The glass runway: How gender and sexuality shape the spotlight in fashion design en el que pone en relieve que los hombres (homosexuales, especifica) “reciben premios más prestigiosos y sus nombres aparecen más a menudo en los cánones del diseño de élite”. “Como hombres que compiten en un mercado laboral predominantemente femenino, se benefician de la imagen masculina del productor cultural ideal construida a través atribuciones de autonomía, arte, compromiso y autenticidad”, continúa la autora. Concede, eso sí, que “siguen siendo vulnerables a la discriminación homofóbica y, a veces, sus éxitos se ven empañados”. Aunque ya lo dijo la propia Vivienne Westwood (tal y como plasmó Guy Trebay en el artículo In search of a gay aesthetic para The New York Times, publicado el 11 de septiembre de 2013) cuando le preguntaron qué habían aportado las mujeres a la moda: “Probablemente, no tanto como los hombres gay”.
La expresión "the glass runway" fue utilizada tres años después por la edición norteamericana de Glamour, que se unió al Consejo de Diseñadores de América para crear su propia investigación que arrojase luz sobre qué estaba pasando en el sector. Para ello, realizaron una encuesta a más de 500 profesionales de la industria de la moda para hablar sobre "sus ambiciones, oportunidades y contratiempos". Además, con más de dos docenas, decidieron profundizar en "en cómo el género ha impactado sus carreras, si es que lo ha hecho, y para ayudar a desarrollar soluciones concretas para abordar las desigualdades donde existen".
Si tienes en cuenta todo lo anterior, los resultados no fueron sorprendentes. "En la etapa inicial de su carrera, las mujeres tienen un 17 por ciento más de probabilidades que los hombres de aspirar a convertirse en ejecutivas de alto nivel. Pero las mujeres en la mitad de su carrera chocan contra un muro, y nuestra encuesta encontró que, cuando alcanzan el nivel de vicepresidenta, los hombres tienen un 20 por ciento más de probabilidades que sus pares femeninas de aspirar a ser un alto ejecutivo", explicó la publicación en un artículo. No es que no podamos entrar: es que no podemos subir. Habitualmente, por querer tener vida familiar.
En una de las entrevistas que realizó Glamour para esa investigación, un exgerente de recursos humanos de una empresa de moda admitió: “Es horrible decirlo, pero una de las cosas que siempre considerábamos cuando estábamos evaluando a varios candidatos para una oferta de trabajo era si se habían casado recientemente y tenían probabilidades de comenzar a tener hijos pronto. Era mucho más probable que ofreciéramos el trabajo a una mujer soltera o a una mujer mayor; esto nunca, nunca le ocurrió a los hombres”.
Las soluciones que tanto Glamour como la CFDA propusieron pasaban tanto por programas que ayudaran a compatibilizar la vida personal y la laboral, dejar claras cuáles son las vías de promoción y ascenso desde el principio y abrir mayores oportunidades de mentorías. Y aunque ha podido haber avances en algunas materias, la conciliación sigue siendo una misión imposible que ni Ethan Hunt podría resolver, y los números, son los que son.
Más datos que hacen de presentación a mujeres olvidadas presenta la mencionada Leticia García en su mencionado Batallón de modistillas. ¿Uno de los más llamativos? Los que rescata de Business of Fashion: "Ellas conforman el eqipo de diseño de las grandes marcas en un 40%, pero solo lideran dichos equipos un 14%". A lo largo de su texto divulgativo, la periodista ahonda en distintas cuestiones de género y clase social para incidir en la importancia de esos factores a la hora de diseñar y de estar dentro del relato del mainstream. Por eso, aunque muchas de las creadoras que estarán presentes en la exposición del Met partían de ese privilegio que las ha hecho conocidas, sigue siendo importante destacar su obra: no es lo mismo que una mujer diseñe para una mujer. "Durante mucho tiempo, la moda [...] se dirigía solo a un modelo de mujer cuyas aspiraciones eran dos: estar bella para seducir y empoderarse para seducir. Es decir, vestirse para complacer la mirada masculina. De ahí que históricamente fueran hombres los encargados de orquestar qué se llevaba y qué no. ¿Qué pasa, entonces, cuando es una mujer la que diseña? Que, por un lado, estos presupuestos se desvanecen".
No es que ver los vestidos de Lanvin, Lowe, Kawakubo o Rocha vayan a resolver ningún problema sistémico, pero que el Met realice una exposición que ponga sobre la mesa su trabajo junto al de otras mujeres es relevante: a algunas se las oyó, pero a otras ni siquiera ha habido que silenciarlas porque, sencillamente, sus voces nunca se escucharon, por alto que gritasen. Ahora, lo pueden hacer desde un altavoz privilegiado que quizás las haga llegar a los oídos de quienes necesitan escucharlas.